Tradicionalmente, la alfarería ha estado asociada a la imagen femenina, como portadoras del saber, manos laboriosas y nuevas generaciones que asumen su futuro. Sin embargo, esto no implica la ausencia de hombres en el desarrollo de la técnica alfarera y un ejemplo es su historia. Nació el 3 de enero de 1948 y aprendió este oficio mirando con dedicación los pasos que realizaban sus vecinas con la greda, en el detallado proceso que implica conocer la greda, fabricar cada pieza, sumando su cochura y bruñido. De esta manera, comenzó a trabajar en la alfarería a los 25 años. En sus años de labor, llevando su destreza y creatividad, el jinete se ha convertido en su pieza más característica. A ella suma piezas utilitarias y ornamentales como bueyes con carreta, chanchos y guitarreras. Email: florvilleuta@gmail.com