En su historia personal la experiencia de la maternidad marcó su acercamiento a la alfarería, uniendo el aprendizaje sobre la elaboración de las diferentes piezas a la llegada de su hijo. Nacida el 5 de diciembre de 1952 en Quinchamalí, aprendió este oficio a los 20 años, siendo sus guías para comprender cada una de las etapas de esta técnica artesanal algunas generosas vecinas, pues en su familia no se dedicaban a este oficio, ejemplificando a la mujer de la zona como portadora de este arte patrimonial. De esta manera, llevando a la memoria de su familia y sus propios días este saber de la greda, eligió el camino de la alfarería utilitaria, destacada por la funcionalidad y nobleza de la materia prima, considerando piezas como sartenes y pebreros, haciendo de los vasos su pieza más representativa.